Bebé: criatura especialmente pequeña, dotada de ternura, que tiene la inmensa capacidad de enloquecer a sus padres con sus patrones de sueño irregulares.
Las emociones que te invaden después de dar a luz son únicas. Es solo cuando te conviertes en mamá que experimentas tanto de maneras tan intensas: las lágrimas a punto de caer desde que amanece, la sonrisa que no te borra nadie, los miedos nuevos y la incertidumbre que aparecen desde el segundo en que te das cuenta que la responsable de este nuevo habitante del planeta eres tú… Todo viene junto y te hace, en un mismo tiempo y espacio, la mujer más abrumada y feliz del mundo.
Y aunque las ojeras hablen por ti, y tu pijama más elegante sea una camiseta vieja de tu esposo, todo se ve hermoso desde donde estás parada, sientes que eres súper poderosa, que gracias a tu hijo no hay nada que no puedas hacer. Pero un buen día el cuerpo pierde gasolina y el cansancio acumulado empieza a manifestarse. Es aquí cuando, en lugar de seguir actuando en automático, debes hacer un par de ajustes para no terminar siendo un zombi en lugar de mamá.
Una de las claves para que te recuperes rápido y puedas funcionar en el post parto está en que regules tus horas de sueño lo mejor que puedas. Puede parecer imposible, pero si desde el principio aprendes a hacer equipo con tu bebé, las noches en vela no tendrán por qué convertirse en una mala costumbre.
La regla dice que los recién nacidos duermen de 17-19 horas al día, de 2-4 horas continuas, y que a partir de su segunda semana de vida puedes empezar a mostrarle la diferencia entre noche y día. Sin embargo, esto no quiere decir que a las dos semanas tu bebé vaya a estar listo para dormir toda la noche. La consultora del sueño infantil, Natalie Willes, advierte que no es sino hasta las 16 semanas que un bebé puede recibir entrenamiento para dormir mejor.
Lo que sí puedes hacer es crearte hábitos muy sencillos que más tarde tu hijo será capaz de captar y adaptar. Son pequeñas y efectivas acciones que van más o menos así:
1. Deja que tu bebé duerma de cada dos a tres horas. Si esperas más tiempo es probable que le cueste trabajo conciliar el sueño otra vez.
2. Durante el dia interactúa con el, prende la luz, abre las cortinas, no te preocupes por el ruido. Cuando llegue la noche regula el ruido, baja la luz, cierra las cortinas. Si se despierta en la noche, no juegues con él ni le platiques demasiado. De esta forma dejarás claro que la noche está hecha para descansar.
3. Mantente atenta a las señales: si se talla los ojitos, se jala las orejas y/o está irritable, quiere decir que está cansado y que es momento de que tome una siesta. Las siestas deben tomarse en un cuarto parcialmente iluminado, en un ambiente diferente al de la noche.
4. Envuélvelo y hazlo taquito con una cobija: sentirse apretadito, como en el útero, lo calmará y lo hará sentir más seguro.
5. Ponle sonidos relajantes, ya sea desde una bocina o desde tu celular: el ruido blanco y los sonidos de la naturaleza suelen gustarle mucho a los bebés.
6. Evita sobre estimularlo al caer la noche. Ve creando un ambiente de relajación a medida que se vaya acercando la hora de dormir. Termina el día con un baño tibio y enciende una lámpara de luz cálida para vestirlo.
7. ¡No te preocupes demasiado! Mejor cuídate y ten paciencia. Los primeros seis meses suelen ser retadores. Recuerda que no estás sola y apóyate en tu familia para descansar cuando lo necesites.