Cuando me convertí en mamá por primera vez, entendí una gran verdad: nunca, pero nunca iba a volver a dormir igual que antes.
Es con la menor con quien más he batallado:, se resistía con todas sus fuerzas a dormir a las nueve de la noche y, se despertaba de tres a cuatros veces en la madrugada. Afortunadamente, unas amigas me recomendaron este plan para dormir a los pequeñines que promete lograr que todos en casa volvamos a tener noches decentes de sueño.
Lo primero es entender lo que pasa con los niños pequeños durante la noche. No es sólo que se resistan a la idea de descansar, sino al hecho de separarse de sus padres durante más de ocho horas en la oscuridad de su recámara. Nosotros somos responsables de su cuidado y les damos el cariño, la seguridad y el contacto físico que necesitan. Al separarse de nosotros, sus alarmas se activan: no sólo puede que lloren y griten, también piden ir al baño repetidas veces o exigen un biberón a las 4:33 de la mañana porque nos extrañan.
¿Cómo remediarlo?
Un vez que entendemos el problema, podemos empezar a actuar: en la mayoría de los casos, no es que los pequeños no quieran dormir, sino la angustia que les provoca separarse de nosotros. Para ayudar a mi hija a entender que estaré ahí durante la noche sin importar qué, empecé a dividir las horas de sueño en pequeñas acciones que le recuerden que estoy presente.
Antes de dormir
Cuando la hora de acostarse se acerca, es bien sabido que una rutina es la mejor manera de ayudarles a comprender que la noche es para descansar. Darles un baño, ponerles pijama, cenar juntos, lavarse los dientes y leer un cuento corto. Cuando empiezan a quedarse dormidos, podemos salir del cuarto, siempre y cuando nos demos un par de vueltas para que sepan que estamos pendientes de ellos.
Durante la noche
Dejar una lamparita de noche encendida o la puerta entreabierta con la luz del pasillo les ayuda a vencer la ansiedad ante la oscuridad total. Además de que te hace más fácil los “rondines” nocturnos para asegurarles que estás ahí. Una vez que están acostados, no es necesario que mantengas el silencio absoluto en la casa, al contrario: escuchar tus pasos y las actividades nocturnas que realizas antes de acostarte les recuerda que la vida sigue allí afuera, y que estás lo suficientemente cerca para ellos.
Al despertar
Éste es el momento que estábamos esperando, no el de la hora de acostarse. Para convencer a mi hija de que dormir es bueno, le recuerdo que le esperan cosas buenas al día siguiente: a veces le dejo pequeñas sorpresas bajo la almohada que encuentra cuando despierta, o me acurruco junto a ella para darle la ilusión de que he estado ahí toda la noche (lo cual es cierto, pero a veces también me gusta dormir en mi propia cama como a todos los adultos).